Nos hemos levantado tarde, y entre pitos y flautas hemos dejado el hotel a las once. Entre desayunar y planear el día nos hemos metido en el coche a las doce y carretera hacia Alcalá de la Selva. La luz de la mañana nos ofrece un camino diferente, los colores son más vivos y los contrastes más acusados. Tras rehacer el camino de ayer y superar Alcalá de la Selva y luego Allepuz nos dirigimos a Villarroya. Cambia el paisaje, no hay tanto árbol, estamos atravesando los prados de Heidi, hasta vemos algunas cabras, con sus cabreros y sus cabrones. A la izquierda, colgado de la ladera, aparece Gúdar, lo dejamos atrás entre valles y puentes. El agua no nos deja en ningún momento.
Justo antes de llegar a Villarroya giramos a la izquierda y tomamos asfalto hacia Miravete. El camino se divide en dos fases. La primera es un serpentear junto al precipicio, pura roca, mata y algún que otro pino perdido (por la noche un lugareño nos contará que allí hay un nido de buitres que este año cría un polluelo). Pero luego revienta la vida que pasea el Guadalope y todo es verde, verde, verde... Miravete de la Sierra, que puede parecer un roquedal es un auténtico vergel...
El pueblo está dividido en dos por el río. Para atravesarlo y llegar a la parte vieja puedes tomar un puente del siglo XVI, una maravilla, o vadearlo con el coche, atravesando una losa de hormigón sobre el lecho del río que está cubierta por dos dedos de agua. No nos atrevemos a pasar con el coche y aparcamos. Cuando estamos sobre el puente un abuelito al volante de un Renault 7 rojo, de los clásicos, atraviesa el vado a toda velocidad... Impresionante...
Encontramos nuestro alojamiento, La casa del cura. Está limpio y es espacioso, y fresco, aunque eso no es importante, de noche refresca lo suyo. Para llegar con la maleta vadeamos el río y aparcamos en la plaza. Es la hora de comer, el menú está bien, nueve euros, con una carne más que buena. Descubrimos que hay piscina, y que está climatizada, aunque sea al aire libre el agua debe calentarse incluso en verano, de otra manera estaría muy fría.
Por la tarde dormimos la siesta y luego nos damos un chapuzón, con unos cuantos largos me desencajono la espalda de tanto coche... Tras el chapuzón paseamos por el pueblo, es una maravilla. Las casas están cuidadas, las calles están limpias y la gente se sienta a la fresca y te saluda al pasar. La vida parece tener también su propio banco en la plaza y se sienta en él a darse un respiro. La prisa es algo que aquí no existe.
En Miravete vive mucha gente en verano, en agosto será más. El invierno es otra historia, son sólo quince personas. Los niños estudian hasta segundo de ESO en una escuela rural unitaria que hay en Villarroya y luego van a Teruel, allí están internos en el llamado "Hogar del alumno", gratis, y vuelven a la sierra durante el fin de semana. Realmente hay un montón de gente empadronada aquí, pero pocos resisten el invierno. De cuando en cuando suben un médico y un enfermero, pero la salud es de roca por estos pagos...
Estamos a la mitad del viaje, allí donde queríamos llegar. Y no nos ha decepcionado. De momento todo es mejor de lo que habíamos imaginado y supera con creces las expectativas. A ver si se mantiene...
Hastalapróxima
PD Y como no podía ser de otra manera, ¿qué había en lo alto del puente de Miravete cuando hemos llegado? Tres mallorquines... Y yo los conocía.
Justo antes de llegar a Villarroya giramos a la izquierda y tomamos asfalto hacia Miravete. El camino se divide en dos fases. La primera es un serpentear junto al precipicio, pura roca, mata y algún que otro pino perdido (por la noche un lugareño nos contará que allí hay un nido de buitres que este año cría un polluelo). Pero luego revienta la vida que pasea el Guadalope y todo es verde, verde, verde... Miravete de la Sierra, que puede parecer un roquedal es un auténtico vergel...
El pueblo está dividido en dos por el río. Para atravesarlo y llegar a la parte vieja puedes tomar un puente del siglo XVI, una maravilla, o vadearlo con el coche, atravesando una losa de hormigón sobre el lecho del río que está cubierta por dos dedos de agua. No nos atrevemos a pasar con el coche y aparcamos. Cuando estamos sobre el puente un abuelito al volante de un Renault 7 rojo, de los clásicos, atraviesa el vado a toda velocidad... Impresionante...
Encontramos nuestro alojamiento, La casa del cura. Está limpio y es espacioso, y fresco, aunque eso no es importante, de noche refresca lo suyo. Para llegar con la maleta vadeamos el río y aparcamos en la plaza. Es la hora de comer, el menú está bien, nueve euros, con una carne más que buena. Descubrimos que hay piscina, y que está climatizada, aunque sea al aire libre el agua debe calentarse incluso en verano, de otra manera estaría muy fría.
Por la tarde dormimos la siesta y luego nos damos un chapuzón, con unos cuantos largos me desencajono la espalda de tanto coche... Tras el chapuzón paseamos por el pueblo, es una maravilla. Las casas están cuidadas, las calles están limpias y la gente se sienta a la fresca y te saluda al pasar. La vida parece tener también su propio banco en la plaza y se sienta en él a darse un respiro. La prisa es algo que aquí no existe.
En Miravete vive mucha gente en verano, en agosto será más. El invierno es otra historia, son sólo quince personas. Los niños estudian hasta segundo de ESO en una escuela rural unitaria que hay en Villarroya y luego van a Teruel, allí están internos en el llamado "Hogar del alumno", gratis, y vuelven a la sierra durante el fin de semana. Realmente hay un montón de gente empadronada aquí, pero pocos resisten el invierno. De cuando en cuando suben un médico y un enfermero, pero la salud es de roca por estos pagos...
Estamos a la mitad del viaje, allí donde queríamos llegar. Y no nos ha decepcionado. De momento todo es mejor de lo que habíamos imaginado y supera con creces las expectativas. A ver si se mantiene...
Hastalapróxima
PD Y como no podía ser de otra manera, ¿qué había en lo alto del puente de Miravete cuando hemos llegado? Tres mallorquines... Y yo los conocía.
En la casa del curaaaaa!!! :-O
ResponderEliminarP.D. Fíjate!! Tres mallorquines y los conocías... Si es q... no se puede ser tan popular!! :)
Marián.
Jajjaja, què bo! és que no es pot anar enlloc per estar tranquil, sempre te pots trobar coneguts! M'has fet recordar una vegada, ja deu fer 14 o15 anys, vàrem anar amb una colla de Sóller a n'Es Trenc, a fer nudisme, perquè no volíem cap marca. Evidentment totes èrem moníssimes. I va i es posa just a davant noltros un profe meu de la UIB, amb bolles amb tota la seva família, i no era tan mono amb bolles com noltros. És va fer és suec, però jo ser ben cert que me va conèixer... sempre men recordaré. A mi no me va fer res, figura't amb 19 anys, ens feia poca peresa llevar-nos la roba, cap vergonya. Jo passava pena per ell.
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